lunes, 15 de julio de 2013

Abordajes


Piratas de la (de)formación. Funcionan como una aduana. ¿Se puede tasar el conocimiento? No sé qué voy a recibir a cambio de mi oro pero no me queda otra salida que confiar. A veces me cargan la bodega con piedras que ralentizan mi navegación y otras me encuentro con la estafa del vacío. A lo mejor, me proporcionan un parche para la vela o un remo, impar, del que tengo que tallar su equilibrio con la consecuente amputación.


Se me dan mapas incompletos y la travesía se salpica de incertidumbres profundas. Ya estoy en alta mar, sin posibilidad de regreso porque el líquido tiempo se ha secado tras de mí. No puedo ciar. Hay desierto detrás y tormenta delante. Adelante.

Tendré un salvoconducto si sé comerciar con las piedras y los parches. Podré aspirar a detenerme en ciertos puertos e incluso, quizá, pisar tierra. Pero mi barco lo he construido yo. Acepto su madera podrida, su lino en jirones, su carácter imperfecto. Esta embarcación transporta mercancía valiosa y mi voluntad es llevarla a destinos donde resulte fértil.

Imposible saber si colmaré mi ambición. Por el camino doy todo lo que puedo de aquello que no me resta significado. No sé qué voy a obtener, pero confío.

viernes, 14 de junio de 2013

Odiseas

Sacadas del contexto íntimo de la clase particular e individual, donde partimos sin programa a la aventura colaborativa, he aquí una muestra aleatoria de palabras que he tratado de enseñar esta semana: pan, proveedor, por favor, mujer, helado, bochorno, entrevista, cuándo.  ¿Cómo decidir cuáles son las que necesita mi aprendiente? Demasiada responsabilidad construir el universo léxico de esa especie de tabula rasa que me mira demandante de información. Trato de “enseñar a aprender”, como dicen las consignas de moda, pero me cuesta obviar el rol del guía en todo esto.

No creo en la mano inocente, sino más bien en que elegimos las etapas de su viaje sobre el mapa y que el trayecto no puede ser el mismo si pasamos por “elefante” que si nos paramos en “ornitorrinco”. Al final, el camino no depende tanto del punto de destino y, según lo que veo, los hay que resbalan por un terraplén academicista, otros toman el desvío de la autocomplacencia temática y también hay una corriente “buenista” cuyos gurús se dedican más a la psicología barata o la doctrina espiritual que a la lengua.

He aprendido que damos herramientas que quizá nunca saquen del bolsillo y nos guardamos otras porque tenemos que elegir. Porque elegimos continuamente y censuramos y nos autocensuramos y seleccionamos su utillaje. Lo que me ha provocado esta reflexión es el léxico, pero podría aplicar el mismo cuento a la gramática, la prosodia o la semántica.

¡Qué obligación moral prepararse para tamaña Odisea!
 

domingo, 9 de junio de 2013

Raíces

Pensé que me marchaba de un lugar, pero se trataba de un ramo de incertidumbres. Proseguí el camino con inercia. Y los lugares que conocimos se desvanecen, se corrompen o nos defraudan. ¿Qué importancia tiene? A veces regreso porque me apetece regresar.

Pensé que me desgarraba del seno de alguien, pero sólo eran lazos suaves que hoy se desatan y se estiran hacia el cielo. El llanto se evaporó y de vez en cuando me llueven destellos de ese alguien dulce que pasó por mí.

¿Qué significaba entonces echar de menos y qué significa ahora? Un collage que nos ancla a un momento de nuestras vidas. El riesgo de tener una vieja nostalgia entre los dientes que me hace daño al morder lo que hoy me llevo a la boca.

Quiero construir una torre flotante que no me pertenezca e invitaros a esa no patria ni matria para hablar todos los sonidos que podamos articular. No soy un árbol; no puedo tener raíces y si no me muevo dejo de existir, aunque esté viva, aunque lata.

El único vínculo del que no puedo liberarme es esta lengua con la que torpemente intento traducirme. Son mis ojos y a través de ella interpreto el mundo. Es mi herramienta de trabajo y me alimenta el espíritu y el vientre. Supongo que es mi único hogar y sello de origen. Me gusta que sea así.



sábado, 8 de junio de 2013

Mi barco será Eleriadas

Estoy enmarañada de letras que intento poner en orden. Me preocupa el resultado y corro el riesgo de descuidar la construcción y el contenido. Comienzo tantas frases que no acabo... Eleriadas será un barco para navegar a varios pies de estas inquietudes. No tengo tripulación por ahora pero cuento con un viento de cambio dulce, y con más coraje que sensatez me lanzo a compartir mis pensamientos.

Eleriadas, porque es ELE lo que respiro en este momento y porque espero que su corriente me conduzca a fértiles desembocaduras.

Pequeño entrante servido.
Gracias por seguir leyendo.